Sin acordarlo, las personas desde sus hogares tejen y refuerzan redes de comercialización para sustentar sus trabajos o generar algún ingreso económico.
Así, el teletrabajo se convierte en un acuerdo tácito en Venezuela, Europa, Estados Unidos y los cientos de países donde se han tenido que aplicar cuarentenas para evitar la expansión del COVID-19.
Y no se pretende tapar el sol con un dedo, sí, se han perdido millones de empleos.
Pero tampoco se puede negar la irreverencia de la economía frente a las regulaciones y cómo el libre mercado pareciera estar buscando sus nuevas formas de existir.
«El delivery llegó para quedarse», dijo Asdrúbal Oliveros, economista venezolano, en un Live de Instagram este lunes.
Y agregó que las herramientas de teletrabajo deben ser reforzadas durante la cuarentena y post-pandemia.
Ese fenómeno del delivery minó en Caracas, Diana White es una joven patinadora que lo evidencia.
“Si es para repartir medicinas, yo puedo”, relató la caraqueña recientemente a la VOA.
Rafael Delgado (29), es otro venezolano que ejemplifica esta nueva modalidad de teletrabajo.
Él solía laborar como conductor de Uber y recientemente se encontró desempleado, ahora entrega tequenos caseros, a clientes en Miami, desde principios de abril según la AFP.
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