Taxistas de New York se limitan básicamente al transporte de pacientes que entran y salen de los hospitales

Para muchos de conductores, el paro no es una opción. Una gran mayoría de los taxistas neoyorquinos son inmigrantes que carecen de una red seguridad para subsistir o cuyas familias dependen de las remesas que envían a sus países de origen.

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El sector del taxi en Nueva York, que vivía ya en medio de una fuerte crisis, se ha visto totalmente arrasado por el coronavirus. Ahora, sus profesionales esperan ansiosos la reapertura, con la expectativa de que precisamente el miedo a la enfermedad cambie los hábitos de la gente y dispare su negocio.

Todo un símbolo de la Gran Manzana, el icónico taxi amarillo vive hoy uno de los momentos más complicados de su historia, con una caída devastadora de la actividad desde que la ciudad optó por el confinamiento para frenar la expansión del virus.

Aunque no hay cifras oficiales, basta un rápido vistazo a las habitualmente congestionadas avenidas, ahora medio vacías, para entender que el impacto es demoledor. Fuentes del sector apuntan a un desplome de alrededor de un 70 % en los ingresos de los taxistas, aunque otras lo elevan incluso más allá.

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«El negocio está por el suelo», explica a Efe el fundador y portavoz de la Federación de Taxistas del estado de Nueva York, Fernando Mateo, quien apunta que la actividad se limita básicamente al transporte de pacientes que entran y salen de los hospitales y de profesionales como médicos y enfermeras cuando éstos no tienen otras opciones.

Andui Segura, un conductor hispano, explica cómo antes en un día normal hacía unos 20 viajes y ahora apenas llega a 10 en toda la jornada. «Ha golpeado fuertemente», apunta mientras maneja su vehículo por las calles de Brooklyn.

A menudo, los taxistas se enfrentan a horas y horas de espera para poder hacer una carrera, una situación que ha llevado a muchos a optar por quedarse en casa y no poner en riesgo su salud ni la de sus familias. Pese a ello, al menos dos docenas de taxistas han perdido la vida por el COVID-19.

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Para muchos de estos profesionales, el paro no es una opción. Una gran mayoría de los taxistas neoyorquinos son inmigrantes que carecen de una red seguridad para subsistir o cuyas familias dependen de las remesas que envían a sus países de origen.

El Ayuntamiento ha buscado fórmulas para darles apoyo, incluida la contratación a tiempo parcial de miles de ellos para repartir alimentos a ciudadanos que los necesitan o para transportar a trabajadores esenciales mientras cada noche se cierra el metro para su desinfección, pero no hay trabajo para todos.

UNA CRISIS QUE SE SUMA A OTRA YA EXISTENTE

La pandemia le llegó al taxi neoyorquino en un momento especialmente complicado por la creciente competencia de servicios como Uber y Lyft, que en todo el mundo llevan años quitando pasajeros a los servicios tradicionales.

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En la Gran Manzana, sin embargo, esa crisis tiene tintes aún más dramáticos para muchos dueños de taxis, que habían asumido deudas estratosféricas para adquirir una licencia bajo la premisa de que el valor de éstas nunca dejaría de subir.

EE.UU. alcanzó la cifra de 1.527.355 contagios y la de 91.845 fallecidos, de acuerdo con el recuento independiente de la Universidad Johns Hopkins.

Nueva York, 20 may. (EFE).

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