Desde tasas de natalidad hasta ventas de ropa interior masculina: Estos son algunos «indicadores económicos poco convencionales»

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¿Qué tienen en común el número de embarazos, las compras de cartón y las ventas de calzoncillos? Todos pueden ser utilizados junto con indicadores tradicionales para prever la evolución de la coyuntura económica. ¿Acaso nos encaminamos hacia una crisis? Para los economistas encargados de las previsiones, resulta complicado establecer escenarios infalibles, en un sector lleno de riesgos latentes.

«Los modelos sobre los que trabajamos son fuertes pero siempre hay factores de incertidumbre. No se trata de una ciencia exacta», explicó Mathieu Plane, investigador del Observatorio Francés de Coyunturas Económicas (OFCE).

Para establecer sus previsiones, economistas y expertos en estadísticas recurren a indicadores llamados «avanzados», como la confianza de los consumidores, el clima de los negocios o los permisos de construcción. Pero, en paralelo a esos indicadores, considerados «serios», existen otras herramientas más sorprendentes que destacan por su capacidad «profética».

Entre estas herramientas se encuentran las ventas de cartón ondulado, que en teoría reflejan las ventas y por ende dan una señal de la producción futura de las empresas. «Durante mucho tiempo, esto se consideró lo máximo a la hora de adivinar la evolución de la coyuntura. Hoy es menos cierto, pues la economía se ha digitalizado enormemente», subrayó Alexandre Mirlicourtois, director de estudios de la firma de análisis de mercados Xerfi.

Otro ejemplo es la tasa de natalidad. En un estudio reciente, basado en casos de los últimos censos de Estados Unidos, un equipo de investigadores de ese país constató que el número de embarazos empezaba a bajar varios meses antes de que se produjera una recesión de la economía, lo que podría convertirlo en una señal de los cambios de ciclo.

«La decisión de tener un hijo refleja el nivel de optimismo de cara al futuro», que tiende a bajar antes incluso de que se desencadenen las recesiones, explica la profesora de Economía Kasey Buclkes en el portal de la Universidad Notre-Dame de Indiana, Estados Unidos. La experta considera la natalidad un indicador «tan pertinente como otros más conocidos» para predecir el futuro.

«Santo Grial»

Otro de los indicadores más conocidos es el índice «rascacielos» según el cual existiría una relación entre la construcción de torres enormes y el estallido de burbujas financieras.

En 1998, la inauguración de las Torres Petronas (Kuala Lumpur) precedió a la crisis asiática. En 1973, la apertura del World Trade Center en Nueva York ocurrió poco antes de la crisis del petróleo, y en 1929 las obras del Empire State Building coincidieron con la «gran crisis». La causa radicaría en la facilidad de acceso al crédito, que estimula los proyectos faraónicos al final del ciclo.

Otros indicadores generan más recelo. Por ejemplo, las ventas de corbatas, que supuestamente deberían dispararse cuando aparecen las primeras señales de turbulencias, pues a los responsables les interesaría presentarse lo mejor posible para evitar cualquier posible despido. Pero también la ropa interior masculina, cuyas ventas bajarían, en principio, pues los hombres considerarían este gasto superfluo en caso de crisis económica.

Ese indicador se parecería al «índice pintalabios» según el cual, en tiempo de recesión, las mujeres dejan de lado productos de lujo caros como los bolsos para volverse hacia las pinturas de labios, más baratas. La teoría, que se basó en el caso de la crisis del 1929, no ha resistido la historia de los ciclos económicos.

«Eso puede parecer incongruente, pero cuando lo vemos más de cerca, existe una cierta lógica. El comportamiento de los consumidores es muy revelador de la situación económica y de los cambios de tendencia», destaca Mirlicourtois.

¿Pero son fiables los indicadores «no convencionales»? «No estoy seguro de que sean menos eficaces que las herramientas convencionales, que también tienen sus límites. El problema es que son difíciles de manejar», considera Christopher Dembik, responsable de investigación económica en la firma Saxo Banque. Para Mathieu Plane, estos pueden «servir para completar el análisis» pero «no es con las ventas de pintalabios que uno va a adivinar la tasa de crecimiento 2018-2019».

El comportamiento de los actores económicos, de hecho, varía mucho de un país y de una época a otra, lo que complica el establecimiento de modelos matemáticos. «Lo que ha pasado en un momento dado no tiene porqué reproducirse necesariamente. No hay nada sistemático», señaló Alexandre Mirlicourtois.

Para los escépticos, esta búsqueda permanente de indicadores «proféticos» es un síntoma más de las fragilidades inherentes a la previsión económica.

«Hay una voluntad de encontrar el Santo Grial, el indicador que permitirá predecir todo. Y eso lleva a encontrar correlaciones con toda suerte de fenómenos», apuntó Christopher Dembik.

«La previsión funciona bien, pero en un marco concreto. Hay que tener presente que los caprichos siempre están ahí», subrayó Mathieu Plane, quien agregó que «ya es difícil de por sí prever el presente». AFP