Máquinas dañadas reducen cupos en unidades de diálisis

Insumos llegan graneaditos y no garantizan los tratamientos renales.

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La frase que resume el sentir de los enfermos renales se repite como una letanía: estamos a la buena de Dios. En las unidades de diálisis les dicen que tienen que cuidarse tomando poco líquido pues los kits para las sesiones de hemodiálisis, que envía el IVSS, llegan graneaditos, para cuatro o cinco días, por lo que no hay garantía de continuidad en los tratamientos que deben hacerse tres veces por semana. Antes se entregaba el material completo para un mes.

La falta de insumos para dializarse, que se agravó en los últimos días, ya provocó la muerte directa de seis personas, según precisó José Manuel Olivares, presidente de la Comisión de Desarrollo Social de la Asamblea Nacional, según publica El Universal.

No es una crisis nueva. En junio de 2017 la Sociedad Venezolana de Nefrología emitió un comunicado alertando sobre la carencia de recursos materiales y humanos para atender a los pacientes renales.

Esta advertencia fue reiterada en noviembre, recuerda su presidente Carlos Márquez, quien asegura que 80% de las personas que se encuentran en programas de diálisis están desnutridas y algunas carecen de recursos para trasladarse hasta sus centros de terapia.

Estar en una unidad de hemodiálisis no es atractivo para muchos nefrólogos porque los sueldos son bajos y el trabajo es arduo y complicado. A la falta de materiales y medicamentos se une el déficit de máquinas que viene reduciendo los cupos en estos servicios extrahospitalarios.

La encargada de un centro, que pidió no ser identificada por temor a represalias, informó que esa unidad tiene una capacidad para atender a 306 pacientes pero solo reciben 190 por la falta de equipos.

«La empresa encargada del mantenimiento preventivo de las máquinas no tiene técnicos ni repuestos, esto llevó al deterioro de los equipos cuyas piezas son importadas».

Una sesión de diálisis puede costar Bs 20 millones en una clínica, dijo Márquez, pero el porcentaje de personas que acude a centros privados es mínimo, estos suelen atender los casos de pacientes agudos.

En los países de la región, una diálisis cuesta entre 100 y 120 dólares. En Venezuela, el IVSS paga Bs 38 mil a las unidades de hemodiálisis por cada terapia, un monto que debería rondar los Bs 190 mil para que estos centros puedan costear sus gastos.

«Actualmente estamos en deuda con los trabajadores en lo que respecta al bono de alimentación», dijo la fuente. Agregó que algunas enfermeras se han retirado para dedicarse a labores de peluquería y muchos médicos han emigrado, dejando sin personal especializado a estos servicios.

Los primeros que comenzaron a sufrir los efectos de la falta de material fueron los enfermos que recibían diálisis peritoneal, una terapia que se hace en casa, menos invasiva y que le otorga más independencia al paciente.

La mayoría de las compañías que suministraban estos insumos se fueron del país por el incumplimiento en los pagos y el número de pacientes de esta modalidad se redujo de 2000 a 500, según Márquez.

Muchos tuvieron que migrar a la hemodiálisis, una terapia más riesgosa pues los catéteres van dañando las venas, hay riesgo de trombosis e infección.

En dos años, a la hija de Yaneth López ya le han colocado cuatro catéteres. El año pasado se infectó con dos bacterias y estuvo un mes sin recibir diálisis. El cuadro se complicó por la falta y los altos precios de los antibióticos, pues una ampolla de vancomicina puede costar Bs un millón.

«Antes el Seguro Social mandaba antibióticos, analgésicos, vitamina B a los servicios de hemodiálisis pero ya no llegan con regularidad. Mi hija tiene seis años con la enfermedad, ya debería haber recibido un trasplante, pero en 2017 no se realizó ninguno pues la procura de órganos está paralizada». En 2017, 30 personas rechazaron su riñón por la falta de inmunosupresores, fármaco indicado para mantener la compatibilidad.