El salario mínimo en Venezuela cumplió el 15 de marzo 12 meses estancado en 130 bolívares. Durante este tiempo, el ingreso mensual de un trabajador pasó del equivalente a 30,3 dólares a tan solo 5,41 dólares, si se calcula a la tasa oficial del Banco Central de Venezuela (BCV) del día, que se encuentra en 24 bolívares.
En ese momento, el régimen venezolano aumentó el salario de 2 dólares mensuales a 30, lo que significó un alza nominal importante, pero que un año se volvió insignificante ante el aumento del tipo de cambio y la subida de los precios de los alimentos.
Al respecto, la ONG Provea calificó el salario mínimo como un “pago de hambre” que no permite garantizar las necesidades y la calidad de vida de la población que depende de ese ingreso.
La depreciación del bolívar y la inflación han afectado directamente a los trabajadores de la administración pública que suman 5,5 millones, según cifras oficiales. A estos se añaden otros cinco millones de pensionados.
El poder de compra de quienes reciben salario mínimo no cubre los costos de la canasta alimentaria de una familia, que de acuerdo a algunas organizaciones como el Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF) o el Cendas se calcula sobre los 400 dólares mensuales.
El OVF en sus cifras correspondientes a febrero de 2023, indicó que la tasa de inflación mensual alcanzó a 20,2 %, la acumulada a 67,7 % y la anualizada 537,7 %, cifras que de acuerdo con el ente “destruyen la capacidad de compra de los salarios” y podían llevar a Venezuela nuevamente a la hiperinflación.
Actualmente, el salario mínimo es tan bajo que dejó de ser una referencia para el sector privado, donde en promedio los trabajadores de menor rango devengan 126 dólares mensuales, reflejó el OVF.
Las manifestaciones no cesan
Ante la incertidumbre por la falta de aumentos salariales, ni las protestas en todo el país ni las reuniones del Foro de Diálogo Social junto al sector privado y los representantes de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) han logrado materializar un ajuste salarial.
Las federaciones de maestros, profesores universitarios, así como el gremio de salud y otros empleados públicos han liderado las manifestaciones que se repiten a diario sin que el régimen de Nicolás Maduro anuncie alguna medida en concreto.
Recientemente, los docentes universitarios hicieron un paro de 48 horas al que se unieron otros sectores exigiendo el respeto a sus contrataciones colectivas y apelando a una respuesta del Ejecutivo.
En una alocución, Maduro se refirió al asunto y aseguró que su Administración atraviesa por una fase de “parto y resistencia” por las sanciones internacionales de Estados Unidos que les impide a su juicio aplicar los ajustes correspondientes.
Sin embargo, los reportes de exportaciones de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) señalaron que durante 2022 Venezuela recibió unos 18.000 millardos de dólares en ingresos por venta de petróleo, una cifra que superó los 6.000 millardos que generó en 2020.
Ana García, quien es docente de educación básica en una escuela que depende del Ministerio de Educación, dijo a El Diario que la pérdida del poder adquisitivo de los maestros es tan alta que se ha visto en la necesidad de tener dos actividades adicionales para garantizar una vida digna para su familia.
«Los fines de semana me dedico a hacer dulces como ponqués, tortas y pasapalos que vendo en mi residencia, mientras que en la semana tengo un pequeño grupo de alumnos para tareas dirigidas. Debido a las protestas solo estoy trabajando 3 días a la semana en el plantel. No tengo grandes ingresos pero es mucho más que los 400 bolívares (aproximadamente 17 dólares) que recibo del Ministerio”, detalló.
Vea el trabajo completo en: Eldiario.com
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