El precio del barril de petróleo de referencia estadounidense (WTI) ha alcanzado su valor máximo desde noviembre de 2014, mientras que el crudo de referencia en Europa (Brent) ha alcanzado su marca más alta desde octubre de 2018. En términos generales, esto se debe a que la recuperación económica mundial está impulsando su demanda y no existe una oferta suficiente para satisfacerla.
A pesar de los esfuerzos de la OPEP+ (Organización de Países Exportadores de Petróleo y un grupo de productores liderado por Rusia) para acelerar la producción del crudo, algunos de los países miembros están enfrentando dificultades para alcanzar los objetivos propuestos, lo que ha hecho que el suministro no sea suficiente para compensar el alza de la demanda. Aunado a ello, el fuerte repunte del precio del gas natural que ha habido durante todo el año, y la subida del precio del carbón ante la llegada de los meses más fríos en el hemisferio norte, ha provocado que se utilice el petróleo como alternativa, por lo que la oferta es cada vez más deficitaria.
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La cifra más reciente de producción petrolera venezolana ofrecida por el boletín oficial de estadísticas de la OPEP fue la más alta de todo el año, ubicándose en 650 kb/d durante el mes de septiembre.
Sin embargo, ésta solo representa el 43,3% de la meta propuesta por el ministro de Petróleo y presidente de Petróleos de Venezuela (Pdvsa), Tarek El Aissami: finalizar el 2021 produciendo 1,5 mb/d.
Ante un panorama que no vaticina la disminución de la demanda del petróleo, los problemas en cadenas de suministros y la crisis energética, todo señala que los precios del crudo seguirán subiendo, y es inevitable recordar –y añorar– el gigante de la industria petrolera internacional que era Venezuela, que, sin lugar a dudas, se beneficiaría grotescamente de la situación actual.–
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