El País: Pese a la pandemia por Covid-19 la economía China crecerá este año

Qu Hongbin, economista jefe para China del banco HSBC, calcula que en el segundo semestre del año el gasto en infraestructuras crecerá un 15% con respecto al año pasado.

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China es la única gran economía que crecerá este año a pesar de ser el epicentro del virus y su Gobierno ultima un nuevo plan quinquenal para estimular el consumo interno.

El FMI prevé una contracción mundial del 4,9% en 2020, que será de un -8% en Estados Unidos y se precipitará a un -12,8% en España. Pero en China, el efecto del coronavirus parece haber quedado ya atrás y su recuperación ha llegado antes y más rápido de lo que calculaban los más optimistas. 

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Los expertos del FMI prevén que el PIB de China aumentará un 1%, muy lejos del 6% al que aspiraba Pekín antes de que estallara la crisis, pero todo un cambio con respecto al panorama del primer trimestre, cuando su economía se contrajo un 6,8%, el primer retroceso desde la muerte de Mao Zedong en 1976. Un motivo de satisfacción para los dirigentes chinos, que pueden presumir de gestión ante sus ciudadanos.

Indicadores

La curva de su PIB ya dibuja la ansiada recuperación en V que de momento escapa al resto de los países. La inversión en activos fijos aumentó en agosto un 9,3% frente al 8,3% del mes anterior, y la producción industrial un 5,6% desde el 4,8% de julio. Los principales grupos inmobiliarios registraron un aumento del 30,7% en compraventa de viviendas. La de automóviles, un 6%. Hasta las salas de cines, que el 26 de septiembre ampliarán su capacidad a tres cuartos del aforo, ya sitúan su cuota de ingresos al 90%. Otros indicadores también apuntan a una actividad en los niveles previos, o incluso superiores, a los de la pandemia: el consumo eléctrico, que se había desplomado durante el parón de febrero y marzo, creció un 0,5% en los nueve primeros meses del año con respecto al mismo periodo de 2019.

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Hasta el consumo, que ha ido hasta ahora por detrás de la industria, ha comenzado a dar señales alentadoras a medida que se ha ido afianzando la recuperación y, con ella, la confianza de los ciudadanos. Gastos como los de los visitantes del duty-free de Haitang han hecho repuntar las ventas al por menor por primera vez este año, un 0,5%, tras perder un 1,1% el periodo anterior. Una señal positiva, aunque sigue aumentando la distancia con el crecimiento del sector de la producción.

La clave ha sido, en primer lugar, el rápido control de la pandemia. Tras unos inicios desastrosos el Gobierno decretó duras medidas de confinamiento, sin precedentes en la historia reciente y que en otro país hasta entonces hubieran sido impensables. En abril, casi tres meses después de imponerlo, se levantaba el bloqueo de Wuhan; este septiembre, según los datos oficiales, todo el país ha cumplido más de un mes sin infecciones locales, lo que permite una vida prácticamente normal.

Además, para insuflar nueva vida en una economía en coma como la que China presentaba en marzo, Pekín optó por una batería de medidas de apoyo al sector de la producción. La prioridad era proteger el empleo, fundamental para un Gobierno que tiene en la estabilidad social su principal meta: se había pasado de un paro oficial del 5,2% en las áreas urbanas al 6% (es decir, cinco millones de personas perdieron su puesto de trabajo). Las cifras reales pudieron ser todavía mucho mayores ya que los datos oficiales no contabilizan el desempleo entre los millones de inmigrantes rurales de la China interior, la mano de obra de la que se nutren las fábricas de la próspera zona costera.

Créditos y subsidios

Así, el Gobierno aplicó la misma fórmula a la que había recurrido en el pasado: crédito y subsidios a las empresas, estímulos que han primado la inversión del sector público en áreas como la logística y las infraestructuras, grandes generadoras de puestos de trabajo. Qu Hongbin, economista jefe para China del banco HSBC, calcula que en el segundo semestre del año el gasto en infraestructuras crecerá un 15% con respecto al año pasado.

La fórmula ha agravado desequilibrios que ya existían. Como en otros países, los hogares de menor renta han sufrido más el impacto de la crisis: solo una quinta parte de los oficialmente parados recibió subsidio de desempleo; las pequeñas empresas afrontan mayores dificultades que las grandes, especialmente en el sector servicios. “La distancia en ingresos y consumo entre los residentes acomodados y aquellos con ingresos medio-bajos está aumentando drásticamente”, alertaba el mes pasado en un discurso Wang Xiaolu, subdirector del laboratorio de ideas Instituto Nacional de Investigación Económica.

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