Los CLAP cumplen dos años sin alimentar bien a los venezolanos

Una bomba de calorías es lo que han estado recibiendo las familias en las cajas o bolsas de los Comité Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), que además de no contribuir a la nutrición ha sido usada como herramienta de control político

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Caracas.– Este lunes se cumplen dos años de la creación de los Comité Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), que iniciaron en su momento como una medida provisional para enfrentar la escasez de alimentos y escuchar las exigencias de los ciudadanos que comenzaron a protestar en el 2016 por la falta de comida en los anaqueles.

Según el Gobierno Nacional los CLAP son una herramienta contra la guerra económica y de las 1.500 toneladas de alimentos que distribuían cada mes, ahora han alcanzado 60.000 toneladas mensuales que son entregadas a 6 millones de familias, según reseña AVN; sin embargo la realidad sostiene que esta no ha sido la solución contra el desabastecimiento, pues no solo la producción nacional está cada vez más en crisis, sino que además la inflación impide la compra de otros alimentos necesarios para una nutrición adecuada.

«Ante las adversidades que enfrentábamos el 2016, comenzó el proceso de creación de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (Clap). Después de dos años, podemos decir con orgullo que funcionó. Venezuela está protegida», expresó el presidente Nicolás Maduro en su cuenta de Twitter este lunes, sin embargo, expertos sostienen lo contrario.

Maritza Landaeta, médico y directora de investigación de la Fundación Bengoa para la Alimentación y Nutrición declaró para Descifrado que los alimentos de las cajas CLAP no cumplen con los valores nutricionales necesarios para adultos y niños, pues traen productos altos en carbohidratos, azúcar y grasa.

Considera que los CLAP son un “paño caliente” para resolver el hambre, pero que realmente lo que se le ofrece a los venezolanos es una “bomba de calorías”, por eso ha habido un repunte de las enfermedades cardiovasculares y la diabetes, que sumado a la escasez de alimentos, coloca a los pacientes en situación crítica, pues son personas que necesitan de una dieta especifica.

Explicó que la harina de maíz exportada no cumple con el programa de salud pública decretado en 1992, el cual disponía que la harina debía ser enriquecida con hierro, vitamina de complejo B y vitamina A para combatir la anemia. Las marcas exportadas no cumplen con esta norma, por lo tanto se priva al venezolano de disponer de esa fuente de nutrientes, porque además no está consumiendo proteínas como carne o pollo por los altos costos.

Otro de los puntos graves según Landaeta, es que estos alimentos y sus valores nutricionales no toman en cuenta a los niños en edad preescolar, es por eso que han aumentado los casos de desnutrición.

Según un informe publicado por Caritas Venezuela en septiembre de 2017, la proporción de niños menores de cinco años con “déficit nutricional en alguna de sus formas”, aumentó de 54% en abril a 68% en agosto de 2017.

La leche, un alimento necesario para los niños por su valor de calcio, y que es distribuida en las bolsas y cajas de los CLAP en distintas marcas de origen mexicano, ha sido señalada de no cumplir la norma Covenin 1481 y los criterios del Instituto Nacional de Nutrición (INN), así como la Norma Oficial Mexicana 155-SCFI-2012, según expuso el portal Armando.info.

Para la investigación de Armando.info el Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos de la Universidad Central de Venezuela (UCV) realizó un análisis químico de ocho marcas de leche, que concluyó que habría que beber entre 13,1 y 41,3 vasos cada 24 horas para alcanzar el requerimiento mínimo de calcio para niños de dos a cuatro años, que son 500 miligramos diarios.

En el caso de los adultos, para cubrir sólo mediante ingesta de leche su requerimiento diario de calcio, que consta de un gramo, un adulto tendría que tomar entre 28,9 y 82,6 vasos, dependiendo de la marca.

“Esto no pasa en ningún país del mundo. Nosotros somos la excepción de esta catástrofe nutricional sin haber tenido una guerra, porque las catástrofes pasan por un desastre natural o por una guerra, pero en Venezuela sin catástrofe natural o guerra tenemos una catástrofe en la alimentación y la nutrición de los venezolanos”, afirmó la directora de investigación de la fundación Bengoa.

Control político a través de los CLAP

De acuerdo a Encuesta Nacional de Condiciones de Vida de la Población Venezolana (Encovi) del 2017, 64% de los encuestados reportó haber perdido un promedio de 11 kilos, 61% dijo que se había acostado con hambre porque no contaba con suficiente comida y el 90% dijo que su ingreso no es suficiente para comprar los alimentos necesarios.

Entretanto, el 69% de los ciudadanos depende de los CLAP para tener acceso a los alimentos, además, en algunos casos, deben estar inscritos en el Carnet de la Patria para ser beneficiados.

Por otra parte, la periodicidad de la entrega de los combos que constan de 19 productos por Bs. 25.000, es discrecional. Solo en la gran Caracas obtienen la caja de manera mensual, mientras que el periodo de espera va siendo cada vez más irregular según la ubicación en ciudades principales, medianas, pequeñas o caseríos.

Freddy Bernal, jefe nacional de los CLAP, declaró el miércoles a Reuters, que estos “son instrumento de la revolución, nos ha servido para proteger a nuestro pueblo, y nos ha servido para evitar una explosión social y nos ha servido para ganar elecciones y las seguiremos ganando”.

Este tipo de declaraciones refuerza la acusación de opositores que sostienen que los alimentos son usados para el control político de la ciudadanía. En el último proceso electoral para elegir alcaldes en diciembre de 2010, se registraron denuncias de que el Gobierno prometió la entrega de juguetes y pernil a través de los CLAP, a cambio de asistir a las urnas para apoyar al Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).

 

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