La escasez también afecta la producción de hostias para la eucaristía

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Si “la fe mueve montañas”, parte de la salvación de los creyentes venezolanos depende de un cerro de trigo, la materia prima por excelencia en la producción de hostias. Y es que el acto litúrgico, punto culminante de la eucaristía que convoca a los fieles a recibir lo que es por simbolismo el “Cuerpo de Cristo”, se resiente como cualquier acto secular por el fenómeno de la escasez y los precios celestiales, según reseña el Diario 2001.

La preocupación de las altas autoridades católicas por la crisis con todos sus bemoles y sostenidos, expresadas con contundencia en los mensajes de la Conferencia Episcopal Venezolana, no escapa a su propio funcionamiento como institución.

Debido al desabastecimiento y la inflación, la producción de hostias ha cruzado por diferentes complicaciones. Sin embargo, la religiosa Carmen Suárez, hermana encargada del taller de producción de las hostias en el convento de las Siervas de Jesús, aseguró que no se ha llegado al momento en el cual no se haya podido llevar a cabo la sagrada misa. No obstante, en ocasiones se han visto en la necesidad de disminuir la producción de 1000 a 500 diarias.

El vino de consagrar, también utilizado durante la eucaristía y el cual representa la “Sangre de Cristo”, es otro elemento que no se consigue en un local cualquiera en la capital de la República.

La eucaristía puede verse afectada en la Semana Santa, debido a la poca atención por parte del Gobierno en materia económica que alegan las religiosas, pues dicen que hay áreas que no son tratadas con la seriedad y apalancamiento que requieren y allí se encuentran las iglesias, que también son víctimas del modelo económico que se intenta aplicar.

Religiosas dicen no saber como estará el escenario más importante, como lo significa la Semana Santa.

Solo queda ver si el panorama se mejora, aunque las condiciones no son nada alentadoras para tener seguro el cuerpo y la sangre de Cristo este 2018 que promete ser de grandes dificultades no solo para los feligreses, sino para quienes profesan la fe de Dios y su hijo.