Unas 72 horas de espera necesitan los pasajeros que desean salir desde Caracas para conseguir pasaje

La coyuntura se repite en los terminales privados como Peli Express, un servicio cuyos usuarios ayer manejaban ocho listas de viajeros en espera, solo para San Cristóbal. Las hojas, que sumaban alrededor de 400 personas cada una, perdían cualquier atisbo de orden. 

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Tendida en el suelo y con las piernas apoyadas sobre sus maletas, Doris Gutiérrez, una usuaria del terminal de La Bandera, de 72 años, jadeaba la espera en medio del amasijo de viajeros, reseñó El Universal.

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En las principales terminales del Área Metropolitana, la espera por un boleto hacia el occidente del país se extiende hasta por tres días y obliga a muchos pasajeros a tumbarse sobre cartones para asegurarse un puesto. «Llegué el martes a las 10:00 de la mañana y desde entonces he tenido que dormir tres noches en La Bandera y aún no me han asegurado nada», contaba Doris Gutiérrez, frente a la taquilla de Misión Transporte.

Se trata de un programa gubernamental que ha habilitado 11 rutas largas hacia occidente, pero solo cuenta con un vehículo por destino. Entre las ciudades con mayor demanda en esa línea, destacan Boconó, Barinas, Guanare, Mérida y Maracaibo, cuyos precios oscilan entre 22 y 36 mil bolívares, montos que fluctúan entre 350 mil y 600 mil bolívares puertas afuera, donde los choferes de las líneas formales incursionan en el mercado negro.

Para algunos, las unidades del Sistema Integral de Transporte Superficial son la principal opción en un contexto económico que malogra el presupuesto familiar y en el que muchos intentan compartir la Navidad en familia. Tras 21 horas en La Bandera, Carmen Ortega también aspiraba comprar un pasaje hacia San Cristóbal. A la demora por el déficit de unidades, los usuarios suman la falta de efectivo, la ausencia de dispositivos para realizar pagos electrónicos y la inseguridad. «Subirte a un aun autobús no te garantiza que llegues a tu destino. Hay muchos factores, como las fallas por repuestos, que interrumpen el viaje», advertía Nelly González.

La coyuntura se repite en los terminales privados como Peli Express, un servicio cuyos usuarios ayer manejaban ocho listas de viajeros en espera, solo para San Cristóbal. Las hojas, que sumaban alrededor de 400 personas cada una, perdían cualquier atisbo de orden.

Angie Arocha, una madre que pretende emigrar a la ciudad de Valledupar, en Colombia, cuenta que muchos están usando el servicio para escapar de la crisis que embiste a los más pobres. «Me voy a Maracaibo y de allí iré a casa de mi familia. Mi hijo está allá desde septiembre y yo me inscribí en una bolsa de empleo».

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