El poder de compra del salario integral (sueldo mínimo más bono alimentario) apenas alcanza para comprar un tercio de lo que adquiría cuatro años atrás, lo que se traduce en caída de cerca de 66% en la capacidad que tiene un trabajador para satisfacer sus necesidades básicas.
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“Estimamos que el poder de compra cayó dos tercios desde 2012”, señaló Henkel García, director de la firma Econométrica, agregando que si bien el brazo ejecutor de esa reducción es la inflación, la subida de precios es solo un síntoma de un mal mayor que tiene su origen en la reducción de la oferta de bienes y servicios, así como la aplicación de un apolítica monetaria (control de cambio) poco seria.
Al reiterar que esa situación obedece a la disminución de la oferta global, García recuerda que esta reducción viene acompañada de una contracción directa el aparato productor nacional y de las importaciones.
Sobre lo primero, Conindustria ha señalado que buena parte del sector productivo se encuentra laborando a poco más de un tercio de su capacidad, mientras que las propias autoridades nacionales han señalado una reducción de 50% en las importaciones el año pasado respecto a los datos de 2015.
Para García, esto último es muy significativo tomando en cuenta que “en los últimos años buena parte de la oferta global vino de las importaciones. Si tenemos un producción nacional reducida y las importaciones disminuidas a la mitad, tenemos una oferta colapsada, muy parecida a la que teníamos en el paro (general diciembre 2002 – enero 2003) pero sin paro”.
Tras recordar que según los cálculos de Econométrica la inflación en 2016 se ubicó en cerca de 680%, el analista señaló que para este año se espera que se ubique por encima de esta cifra, y aunque no precisó un monto, acotó que el escenario de la hiperinflación está todavía distante y es prevenible.
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