Seis consideraciones para vencer la inflación en Venezuela

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Cortesía

El economista Leonardo Vera, manifestó que el Gobierno de Nicolás Maduro lleva más de dos años desplegando un programa de acción contra la inflación «cuyas secuelas han sido, aunque poco advertidas, catastróficas, y cuyos beneficios no se conocen».

Explicó que Venezuela, «muy por el contrario de lo que piensan algunos, tampoco salió de la hiperinflación por la gracia de estas políticas, sino por un proceso de desmonetización al que se suele llegar después de infligir mucho y prolongado dolor inflacionario», indica un artículo publicado en la revista Polítika Ucab

No obstante, destacó que la crisis fiscal de Venezuela «no se puede seguir paleando con más ajuste de gasto y presión fiscal y para-fiscal sobre el ciudadano y las unidades empresariales».

Resaltó que aún se puede «salir de la pesadilla inflacionaria en Venezuela sin atacar a los que menos tienen».

A continuación, los lineamientos para vencer la inflación:

– Venezuela debe salir cuanto más pronto mejor del aislamiento económico y financiero internacional. La paciencia de los venezolanos se agota y no hay más tiempo para juegos y contramarchas políticas. Los espacios de negociación hoy abiertos deben dar soluciones que vayan más allá de unos paliativos insuficientes sobre la crisis humanitaria. Retornar a la comunidad financiera internacionales es vital. La crisis fiscal de Venezuela no se puede seguir paleando con más ajuste de gasto y presión fiscal y para-fiscal sobre el ciudadano y las unidades empresariales. Necesitamos ayuda y asistencia financiera internacional multilateral y bilateral con la idea de sustituir con esos recursos el financiamiento monetario de la brecha fiscal mientras la economía recobra sus fortalezas y se hace una reforma de las finanzas públicas de mayor calado.

– Un fondo de fidecomiso internacional para canalizar la ayuda y los préstamos concesionales de origen internacional es un vehículo útil para reconstruir los sistemas de protección social y la red de servicios públicos. La ejecución de esos recursos debe hacerse en forma programada y la contraparte en divisas pasa a formar parte de las reservas internacionales.

– El régimen cambiario ya está transitando hacia uno de mayor flexibilidad con una corrección importante de la sobrevaluación acumulada por la fijación insostenible. La meta debe ser llegar a un tipo de cambio real competitivo (que no genere expectativas de ajuste) y consolidar un régimen de flotación que no necesariamente significa inestabilidad. Un mercado de monedas libre, ágil, de fácil acceso, sin fricciones, transparente y con plena información, debería muy rápidamente proveer la estabilidad sobre la meta de un tipo de cambio real competitivo. La estabilidad cambiaria también requiere de un fondo significativo de reservas en divisas. La asistencia del FMI y los DEG acumulados por Venezuela son claves al respecto. El salto inflacionario que el ajuste inicial del tipo de cambio provoca es inevitable, pero la convergencia a tasas bajas puede lograrse si un ancla en las expectativas y en la dimensión monetario-fiscal puede lograrse conjuntamente la desincronización en los ajustes de precio es detenida.

– Necesitamos por tanto también quebrar las expectativas inflacionarias y podemos hacerlo con ciertas reformas institucionales tempranas en el ámbito monetario y para eso precisamos un proceso de reforma monetaria que comienza por una modificación rápida y temprana de los estatutos del Banco Central de Venezuela (BCV), de su directorio, del manejo de la información que tiene carácter público, así como del proceder de la política monetaria y la fórmula con que se transmite al público. Recobrar la credibilidad y reputación de la autoridad monetaria es esencial.

– La política monetaria puede en efecto ser “expansiva”, pero en función del crecimiento de la demanda de dinero del público. Ese intento de acoplar en lo posible, el comportamiento de la oferta monetaria con el comportamiento de la demanda de dinero se hace mucho más fácil en un ambiente de inflación alta, donde la demanda de dinero está prácticamente condicionada al curso que toma una sola variable: la tasa de inflación. En la medida que el curso de la tasa de inflación sea a la baja y predecible para el público, la demanda de dinero debe incrementarse y hacerse igualmente predecible para las autoridades.

– Finalmente, si se logra estabilizar el tipo de cambio, podemos regularizar un sistema bimonetario que existe de facto y aprovechar la dolarización para promover el marcaje total de precios y salarios en dólares, una acción que, junto con el quiebre de expectativas, ayudará a parar los ajustes desincronizados de precios en seco. La desdolarización de la economía es un asunto que podrá proyectarse hacia futuro y queda atada al comportamiento de la demanda de dinero nacional.

Fuente: Polítika Ucab

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