El Papa a los iraquíes: «Si nos miramos como familia, podremos comenzar la reconstrucción»

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El papa Francisco emitió sus primeras palabras al llegar a Irak, donde destacó la importancia de la tolerancia entre hermanos para reconstruir a un país devastado por las guerras.

«Solo si logramos mirarnos entre nosotros, con nuestras diferencias, como miembros de la misma familia humana, podremos comenzar un proceso efectivo de reconstrucción y dejar a las generaciones futuras un mundo mejor, más justo y más humano», comentó en el Palacio Presidencial de Irak.

En su encuentro con las autoridades, la sociedad civil, Francisco ha asegurado que «la diversidad religiosa, cultural y étnica que ha caracterizado a la sociedad iraquí por milenios, es un recurso valioso para aprovechar, no un obstáculo a eliminar».

Aunque cojeaba algo más de lo habitual, el Papa no parecía especialmente cansado del largo vuelo desde Roma, destacó ABC.

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Su discurso enlazaba bien con las palabras de bienvenida del presidente Barham Salih, un ingeniero formado en Cardiff y Liverpool, gran abanderado de la integración nacional y de la convivencia entre todos los grupos religiosos.

Según Francisco, «Irak está llamado a mostrar a todos, especialmente en Oriente Medio, que las diferencias, más que dar lugar a conflictos, deben cooperar armónicamente en la vida civil».

Combatir la corrupción

Pero también se dirigía al gobierno, los parlamentarios y jueces, invitándoles a «combatir la plaga de la corrupción, los abusos de poder y la ilegalidad». Y a esforzarse «para edificar la justicia, que crezca la honestidad y la transparencia, y que se refuercen las instituciones».

Refiriéndose de modo implícito a las guerras, Francisco ha manifestado que «vengo como penitente que pide perdón al Cielo y a los hermanos por tantas destrucciones y crueldad. Vengo como peregrino de paz, en nombre de Cristo, Príncipe de la Paz».

En esa línea ha urgido a « que callen las armas, que se evite su proliferación, aquí́y en todas partes. Que cesen los intereses particulares, esos intereses externos que son indiferentes a la población local».

Al mismo tiempo ha agradecido la ayuda internacional a la reconstrucción, y ha implorado «que las naciones no retiren al pueblo iraquí la mano extendida de la amistad y del compromiso constructivo, sino que sigan trabajando con espíritu de responsabilidad común con las autoridades locales, sin imponer intereses políticos o ideológicos».

Ante la pandemia, el Papa ha vuelto a pedir «una distribución equitativa de las vacunas para todos». Pero, sobre todo, ha señalado que esta crisis «es también una llamada a repensar nuestros estilos de vida», pues «se trata de que salgamos de este tiempo de prueba mejores que antes. De que construyamos el futuro en base a lo que nos une, más que en lo que nos divide».

Poco después, en un encuentro con los obispos, sacerdotes, religiosos y catequistas en la catedral siro-católica, el Santo Padre ha saludado a doce enfermos y ha rendido homenaje a los 48 «hermanos y hermanas que murieron en el atentado terrorista en esta Catedral hace diez años, y cuya beatificación está en proceso».

Al mismo tiempo, ha recordado «a todas las víctimas de la violencia y las persecuciones, pertenecientes a cualquier comunidad religiosa».

Y ha adelantado que «mañana, en Ur, encontraréa los líderes de las tradiciones religiosas presentes en este país, para proclamar una vez más nuestra convicción de que la religión debe servir a la causa de la paz y de la unidad entre todos los hijos de Dios».

Aunque «la comunidad católica en Irak sea pequeña como un grano de mostaza», el Papa les ha invitado a «no dejarse contagiar del virus del desaliento». Y les ha insistió en un punto crucial: «No olvidemos nunca que Cristo se anuncia sobre todo con el testimonio de vidas transformadas por la alegría del Evangelio». De ese modo, «una fe viva en Jesús es ‘contagiosa’, y puede cambiar el mundo».

La jornada del sábado prevé una visita de la mayor importancia al Gran Ayatolá Alí Al-Sistani en su casa de Najaf, la ciudad santa de los chiíes, y un encuentro interreligioso frente al zigurat de Ur de Caldea, la tierra natal de Abraham, padre de las tres grandes religiones monoteístas.

Con información de ABC

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