Adultos mayores «están a la buena de Dios» con pensión de $ 0,75 al mes

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Adultos mayores

Una sentencia para una vejez llena de carencias y miseria, es lo que representa el pago de la jubilación para un trabajador del sector público que ha dedicado 25 o 35 años de servicio al Estado venezolano. Actualmente sectores como los exfuncionarios de las alcaldías de Palavecino e Iribarren, perciben un salario de jubilación de un millón 200 mil bolívares al mes, cantidad que representa tan sólo 79 centavos de dólar que no les alcanza ni para comprar un kilo de harina precocida.

Por Ana Uzcátegui | LA PRENSA DE LARA

Ese mismo monto es devengado por extrabajadores de Corpoelec según denuncia el Sindicato en Lara. Los trabajadores del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales y los educadores que se rigen por un tabulador nacional, devengan salarios que a duras penas llegan a siete dólares, sin posibilidad de alimentarse ni tratar sus enfermedades.

“Los jubilados están a la buena de Dios, muchos tienen como tabla de salvación a sus hijos que están en el exterior y les envían remesas, algunos cuentan con la ayuda de familiares en Venezuela o hasta deben depender de donaciones de los mismos trabajadores activos de Corpoelec para pagar algún tratamiento o cancelar alguna operación”, contó a LA PRENSA Oswaldo Méndez, presidente del Sindicato de Corpoelec en Lara.

Señaló que a pesar que este sector cuenta con una Convención Colectiva, los beneficios con los que deben salir los trabajadores que son jubilados de la industria eléctrica no son otorgados. “Los jubilados deberían salir con el salario que devengan actualmente los activos, y gozar de todos los incrementos salariales que el gobierno decrete anualmente, pero la realidad es otra. Tampoco cuentan con atención preventiva ni un seguro médico privado. Si se enferman deben acudir al Seguro Social o a un hospital”, relató. En estas condiciones están viviendo 620 jubilados de Corpoelec en Lara y unos 50 sobrevivientes, familias que reciben una pensión mensual por la muerte de un trabajador.

Si se compara con el precio de medicamentos de enfermedades que padecen la mayoría de los adultos de la tercera edad del país, el monto que devengan no les alcanza para comprar un Losartán, que es un medicamento para la tensión y en el mercado ronda los Bs. 3.500.000. Quienes sufren de diabetes, no pueden adquirir con ese sueldo la Metformina, fármaco que se consigue en 5 millones de bolívares aproximadamente.

Méndez precisó que aquellas personas que salieron jubiladas en el mes de diciembre del año pasado en Corpoelec, recibieron como pagos de sus prestaciones sociales menos de 50 dólares, cantidad que no les alcanza ni para comprar el 15% de la Canasta Alimentaria Familiar, que según el Centro de Documentación y Análisis para los Trabajadores (Cendas), en el mes de diciembre 2020 se ubicó en 323 millones 523 mil 329 bolívares, equivalentes a 295 dólares.

La trágica historia se replica en el sector educación. Euribíades Verdú, presidente del Colegio Nacional de Profesores, contó que 180 mil jubilados docentes a nivel nacional sobreviven con 10 millones de bolívares al mes, o lo que se traduce a 6,5 dólares. “Un jubilado que haya salido como decente tipo 6, con doctorado y maestría y 40 horas de trabajo semanal, devenga entre ocho y 10 millones de bolívares al mes, una miseria”, exclamó.

Precisó que en los últimos 12 años, tras aplicarse dos reconversiones monetarias eliminando ocho ceros al bolívar, la inflación se ha disparado devaluando las prestaciones sociales de quienes han superado el cuarto de siglo de trabajo dedicados a enseñar a la población venezolana en los planteles públicos.

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“El cheque que reciben de prestaciones sociales un maestro es una ridiculez, un monto simbólico que no compensa tantos años de sacrificio, que va desde los 30 a 40 millones de bolívares”, soltó Verdú. Una realidad totalmente distinta a la que vivió Alirio Suárez, profesor jubilado del Instituto Nacional de Capacitación y Educación Socialista (INCES) en 1990 cuando salió jubilado.

“En esa época las prestaciones sociales por concepto de jubilación alcanzaban para viajar a Europa, comprar un apartamento y hasta pude pagar la universidad completa de mis tres hijos profesionales”, exclamó Suárez. Quien actualmente aunque recibe la ayuda de sus hijos, para sobrevivir a sus 77 años se mantiene activo dando clases en los colegios privados, porque la realidad económica del país lo obliga y también su vocación de servicio.

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