Las deudas de la OEA

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Todos recordamos los momentos en que se paralizaba el país cuando la OEA trataba un tema crucial para Venezuela. También se recuerda el diálogo dirigido por ese organismo y las múltiples protestas y marchas hasta la sede de Caracas.

El papel de la OEA ha tenido momentos cumbres pero el gran resumen general de esta historia resulta insatisfactorio para buena parte del país, me atrevo a opinar. Los procesos diplomáticos son largos y requieren cumplir con extremos técnicos en la búsqueda de consensos y la OEA no escapa de este esquema.

Actualmente preocupa y mucho la crisis humanitaria. No pueden huir a la alta sensibilidad de Washington al tema Venezuela especialmente al impacto que provoca la falta de medicinas y alimentos en poblaciones muy vulnerables.

«Antes era imposible meterse en el tema Venezuela» dijo la pasada semana un funcionario de la OEA en alusión al poderoso frente que constituyó Hugo Chávez, en el cual rebotaba cualquier iniciativa desde una simple discusión hasta mandar una misión.

Hoy la situación es diferente. Se escucha en los pasillos del organismo en Washington, que aunque Venezuela sigue contando con el apoyo de algunos socios como Bolivia, Nicaragua y países del Caribe, hay mayores posibilidades de influenciar.

Para dentro y fuera de la OEA, Almagro generó un punto de inflexión en la forma de ver lo que pasa en Venezuela; sin embargo, otros consideran que su actitud militante le impide asumir un rol de negociador.

Se recuerda también su gran lucha por obtener la libertad de Leopoldo López, pero la lista de presos políticos anónimos sigue servida sobre la mesa.

A estas alturas cualquier esfuerzo adicional es bueno y puede sumar. Aguardaremos por los resultados de las deliberaciones hoy en la OEA… En Venezuela se requiere solidaridad y colaboración.