Los productores de soya sólo logran una “simbólica siembra” de 300 hectáreas. Sin embargo, la demanda nacional equivale al cultivo de un millón de hectáreas. La meta nacional, al igual que el pasado año, es de 50 mil hectáreas. No obstante, ni siquiera se repetirá la cifra de 3.000 hectáreas del ciclo anterior, lo que representa una caída del 90%.
Así lo expuso Ramón Elías Bolotín, directivo de la Confederación de Asociaciones de Productores Agropecuarios (Fedeagro), quien señaló que si bien el pasado año la meta resultó inalcanzable por la ausencia de semillas e insumos, el presente ciclo de invierno es aún más crítico, puesto que cuentan con semilla nacional para 3.000 hectáreas, pero no han acopiado ningún porcentaje de insumos por parte de la estatal Agropatria.
«Queremos producir y Venezuela cuenta con dos millones de hectáreas disponibles para sembrar soya, pero las condiciones no están dadas a pesar de que el país necesita ser autoabastecido en harinas oleoprotéicas y aceites… No tenemos el apoyo de quien tiene el monopolio».
Las 300 hectáreas de soya sembradas son un acto simbólico que demuestra que el cultivo es adaptable al suelo venezolano. Tal cometido lo logran con herbicidas y otros agroquímicos que les han sido dados en préstamo o “bachaqueados” en el mercado negro.
La demanda nacional de harinas oleoprotéicas es de 1.400.000 toneladas y de 720.000 toneladas en aceites y grasas vegetales, lo que representa una producción de 1 millón de hectáreas de soya.
A esto se debe sumar el requerimiento de 300.000 hectáreas de girasol y la consolidación de otras 300.000 hectáreas de palma aceitera que ya existen en Maracaibo, Yaracuy y Monagas.
Fedeagro propone la recuperación de dichos rubros, bajo las referidas cifras, a fin de atender los requerimientos del país.
Con información de El Impulso