«Me quedo en casa y muero de hambre»: venezolanos se preocupan más por comer que por el Covid-19

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AFP
(Photo by Federico PARRA / AFP)

«Me quedo y muero de hambre, pero al salir estoy a riesgo de infectarme», es la frase que se repiten todos los días la mayoría de los venezolanos de a pie, quien deben priorizar entre comer o quedarse en sus casas ante la amenaza y letalidad que trae consigo la pandemia del COVID-19.

Guiomar López | La Prensa de Lara 

Expertos aseguran que la pobreza está más golpeada por un año de pandemia sin capacidad de respuesta hospitalaria, que afectó una economía hiperinflacionaria y sin respaldo a las empresas, mientras el salario mínimo no llega a los $ 2. La migración es forzada al trabajo informal y la necesidad es diaria por llevar el pan a la mesa, aun a la espera por sólidos programas sociales acordes a la realidad.

El rostro cansado de José Gregorio Jiménez habla de su desgaste físico, ese que se empeña en quitarle peso. No sabe de cuarentena radical, porque debe salir todos los días a trabajar y garantizar la comida a su familia. A las 4:00 a.m. amanece para él, porque reside en el norte de Barquisimeto y por la falta de efectivo, le toca aguantarse la cola para tomar un autobús de Transbarca. Allí se monta como puede, porque en estas unidades al igual que en resto del transporte público tampoco respetan la norma del distanciamiento y al cubrir toda la capacidad de los asientos, los usuarios terminan en doble fila en el pasillo y los estribos atiborrados. Teme al riesgo del contagio, más aún en aquellos días de lluvia, cuando el abuso se refleja en las ventanas nubladas por el vapor de ese gentío.

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«Uno trata de cuidarse, usando el tapaboca. Te arriesgas en todo momento», admite este señor que no llega a los 50 años y no le alcanza el sueldo que devenga en un comercio asiático. Le toca buscar otros «tigritos» y así complementar con ciertos trabajos en herrería, carpintería o cualquier otra oferta. «La salud es importante, pero el hambre ataca fuerte», señala con tristeza el sacrificio diario y exposición que empieza en la deficiencia del servicio del transporte en el arranque de esa rutina con escenarios que no saben de distanciamiento, ni de ventilación y hasta con la inconsciencia de algunos, negados al uso obligatorio del tapaboca.

Esa es una breve radiografía de lo que viven muchos venezolanos, que, si deciden cumplir la cuarentena, temen es morir por falta de alimentos. «La pandemia dejó una contracción económica en el mundo, duro golpe a los empleos formales y a las pequeñas empresas. Cualquier emprendimiento fue víctima de esto, más aún en Venezuela con la economía destruida e hiperinflacionaria», lamentó el comisionado presidencial para Emergencia en Salud y Atención Sanitaria al Migrante, José Manuel Olivares.

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