La dolarización nuestra de cada día ¿Qué esperar en el 2020?

La economía venezolana se está dolarizando, y el uso del dólar se va haciendo más común en las transacciones diarias. Sin embargo, es una dolarización desordenada, natural y anárquica, que ha surgido de los individuos y que avanza sin clara guía.

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Economista Eduardo Bayut

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En la segunda mitad de los 90s una fuerte discusión dividía a los economistas venezolanos en dos bandos:  los llamados «neo-liberales» argumentaban entre otras cosas a favor de la privatización de PDVSA y dolarizar la economía.  Del otro lado, economistas tradicionales defendían la existencia del bolívar y veían con sospecha la privatización de PDVSA.

Es irónico que los líderes de un movimiento que utilizó el término neoliberal como una forma de insulto hacia sus adversarios, haya llevado al país a aceptar e implementar las políticas que tanto denunciaron.

La economía venezolana se está dolarizando, y el uso del dólar se va haciendo más común en las transacciones diarias. Sin embargo, es una dolarización desordenada, natural y anárquica, que ha surgido de los individuos y que avanza sin clara guía.

Más importante aún es un proceso que nos divide como sociedad; dada la brecha entre los que pueden acceder a dólares y los que no.  Hay un alto grado de frustración y rabia en la frase que recuerda que “dolarizaron los precios pero no los salarios”.

Oponerse a la dolarización es como argumentar en contra de una epidemia de difteria o malaria. No importa mucho si a uno le parezca mal, lo cierto es que lo mejor es tratar de entender lo que está pasando para poder prepararnos, o discutir lo que está por venir.

En el caso de la dolarización es útil pensar en al menos 3 etapas: la primera es cuando el dólar comienza a aparecer de manera natural en las transacciones diarias; la segunda, es cuando un país asume formalmente que en su economía co-existan dos o más monedas de manera legal, por ejemplo, usted puede abrir en su banco cuentas en diferentes monedas; y la tercera es cuando el estado renuncia formalmente a mantener una política monetaria y adopta el dólar como moneda de curso legal. Podemos llamar a las tres etapas como dolarización informal, co-existencia, y dolarización formal.

Esta simple división de etapas, no implica que naturalmente uno pase de la una a la otra. Existen ejemplos de economías que se quedan en alguna de las tres etapas por períodos prolongados. Pero en el caso nuestro pueden ser útiles para entender la situación actual y que esperar en el futuro próximo.

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Claramente nos encontramos en la primera etapa de dolarización informal. En ella los ciudadanos adoptan el dólar como mecanismo de defensa para proteger el valor de su riqueza en el tiempo.

Los venezolanos hemos adoptado al dólar además por conveniencia dado que la hiperinflación ha hecho poco práctico el uso del bolívar en nuestra economía. La cantidad de moneda que se necesita para llevar a cabo las transacciones más simples, y la falta de papel moneda en la economía hacen que los venezolanos busquen otras monedas. Los dólares que están siendo utilizados en la economía provienen de una minoría que puede generar ingresos en moneda dura ya que lidian con clientes extranjeros, o reciben remesas familiares las cuales han aumentado notablemente con la aparición de nuestra diáspora.

Además de estas fuentes en el caso venezolano hay un elemento de lavado de dinero importante que provee dólares al mercado como los son la extracción y venta de oro en el mercado negro internacional y otras actividades ilícitas como el narcotráfico, que inyectan dólares a la economía.

La dolarización informal ha ayudado a darle un poco de vida a la actividad económica, y ha disminuido los niveles de desabastecimiento recientes. Sin embargo, no es suficiente para mejorar la calidad de vida en general; y tampoco ayuda mucho al gobierno a mejorar la situación económica de la nación.

El problema fundamental para el gobierno es que las transacciones que se realizan en dólares se llevan a cabo informalmente, o se formalizan parcialmente; y por ello no generan impuestos. Por ejemplo, servicios profesionales cobrados en dólares generalmente no serán reportados al fisco.

De la misma manera actividades comerciales que ocurran con sistemas de pagos internacionales (por ejemplo, usando transferencias a cuentas internacionales) son en el mejor de los casos, reportados por una fracción del valor. Las importaciones realizadas a través de los conocidos puerta a puerta se realizan en dólares pero tampoco pagan impuestos.

El deseo de aumentar los ingresos fiscales y brindar un poco más de estabilidad a la actividad económica lleva a algunos países a la fase de co-existencia de dos o más monedas. Para ello, el gobierno permite que las transacciones puedan ser llevadas legalmente en diversas monedas, y permite también que el sistema financiero pueda operar en múltiples monedas.

Imagine el siguiente escenario: usted va a una tienda, al llegar a la caja y entregar su tarjeta de débito de un banco nacional, la cajera le pregunta si va a pagar en moneda nacional o dólares; y le indica que si paga en dólares recibirá un 10% de descuento. Ese escenario no es imaginario, desde este Diciembre ocurre en la Habana, Cuba.  Hay varias razones para sospechar que el estado venezolano esté pensando en abrir esta opción.

Cabe recordar que el marco legal venezolano permite la creación de cuentas en dólares desde el 2013; y además que el Banco Central de Venezuela ya permite la cotización del tipo de cambio por parte de las mesas de cambio de varias instituciones bancarias nacionales.

Permitir que los ciudadanos puedan hacer transferencias en dólares a otros usuarios nacionales y que estos puedan eventualmente hacer retiros en bolívares o dólares desde la banca no parece muy lejano; especialmente si se piensa que le permitiría al fisco venezolano cobrar el impuesto a las transacciones financieras sobre estas transacciones.

Igualmente importante es que facilitaría las operaciones del sector privado que aún opera en Venezuela; permitiendo que, por ejemplo, las operadoras petroleras puedan efectuar sus pagos en dólares.

Como ya dijimos, Cuba tiene experiencia permitiendo cuentas en dólares para darle dinamismo a su economía pese a las sanciones económicas de EEUU; e incluso busca fomentar los montos y transacciones de las mismas en dólares permitiendo el uso de pagos con tarjetas de débito a estas cuentas en tiendas que pertenecen al estado Cubano. Lo que permite pensar que el Régimen puede apoyarse en la experiencia de uno de sus asesores más cercanos.

La fase de dolarización formal no parece viable en el corto plazo, dado el estado de las relaciones diplomáticas con los EEUU, y las sanciones existentes.

Para esta fase sería necesario una mejora en la relación diplomática que tomará algún tiempo en concretarse. Dado lo anterior, parece previsible que la economía venezolana ahondará su dolarización informal, y nos permite vislumbrar avances en el 2020 para una co-existencia de varias monedas; la pregunta inmediata es si esto es deseable. Dado el estado actual de la economía y la poca credibilidad que el Régimen tiene ante inversionistas nacionales y extranjeros; nos parece que avanzar hacia la co-existencia del dólar puede ayudar a aumentar la actividad económica e ingresos fiscales, brindar cierta estabilización en el costo de la vida (al menos medido en dólares); y mejorar el entorno operativo para la inversión en el país.

Así que desde un punto de vista técnico parece ser una opción económica viable. Desde el punto de vista político el Régimen parece dispuesto a explorar medidas similares. Cabe destacar que parte de la reducción de la inflación mensual en el 2019 ha sido gracias a flexibilizar el control de cambio. Permitir la actividad bancaria en dólares puede reactivar el crédito de una manera más creíble que con la indexación de los préstamos propuesta por el BCV a finales de Octubre.

Finalmente, avances en estas políticas deberían ser apoyadas por la oposición venezolana ya que contribuirían en aliviar un poco la terrible crisis que nos embarga. Si bien, en algún momento existieron condiciones para debatir acerca de si dolarizar era deseable o no en un país petrolero; es evidente que tras dos años de hiperinflación hay pocas opciones creíbles para reducirla rápidamente

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