La pesca se convierte el salvavidas económico de los jóvenes en Nueva Esparta

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No es ajeno que los jóvenes sientan atracción por la pesca, pero en estos momentos donde existe una emergencia humanitaria compleja en el país y que se siente con más fuerza en el estado Nueva Esparta por su condición de insularidad, son muchos los chamos que se han embarcado en un bote para ganarse la vida.

Por Todos Ahora

Neiluis Aguilera comenzó a trabajar como pescador cuando tenía 14 años y cursaba el primer año de bachillerato. La situación del país lo obligó a salir de su casa para conseguir dinero por su cuenta y así ayudar a su familia, que no atravesaba un buen momento económico.

“Siempre me quise ganar mi plata. La situación económica familiar me hizo salir a buscar trabajo con los pescadores, porque lo que me daban mis padres no me alcanzaba y pronto tuve que apoyar en mi casa para comprar comida”.

Neiluis dice que como trabajador del mar nunca saben cuánto pueden ganar en una calada. “No tenemos un sueldo estimado. A veces ganamos 5 o 10 dólares (por calada), todo depende”.

Asegura que la pesca es un trabajo de mucho peligro y hay riesgos a los que se exponen cada vez que salen a faenar. “El bote y el mandinga (red para pescar) se pueden pegar, podemos caernos al agua. El motor se ‘desenturca’ y nosotros podemos rozar el motor. Hay muchos peligros”.

Este joven pescador, de tan solo 17 años, afirma que hay muchos jóvenes en Nueva Esparta que están dejando los estudios para dedicarse al trabajo del mar.

La pesca en Nueva Esparta: joven navegando desde la niñez

Cuando Jesús Hernández tenía 10 años dejó las aulas de clases y se fue con su tío al muelle del Valdez de Porlamar, para aprender el arte de la pesca. Una vez conoció el oficio y el valor del dinero, decidió no regresar a la escuela.

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