Zambrano: Económica venezolana debe redefinirse

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Nicolás Maduro ha ganado fortaleza en el terreno político. La oposición está fragmentada, las sanciones de Estados Unidos no lo desalojaron del Palacio de Miraflores y mediante unas cuestionadas elecciones tiene un parlamento aliado. Pero en el frente económico su gobierno es frágil y no tiene más opción que permitir mayor protagonismo al capital privado.

Luis Zambrano Sequín, Individuo de Número de la Academia Nacional de Ciencias Económicas y director del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Católica Andrés Bello, analiza este escenario, sus implicaciones y las perspectivas a futuro.

La renta petrolera se esfumó, el gobierno es pobre y el sector privado gana espacio: no hay control de cambio ni de precios y la Ley Antibloqueo incluye esquemas de privatización. ¿El resurgir de la lógica del mercado mejorará la calidad de vida visto que el PIB real per cápita en los últimos seis años cayó a niveles de 1940?

La economía se redujo 70% en seis años, al cierre de 2020 el tamaño de la economía de Colombia es casi 5,5 veces la economía venezolana, la de Chile 5 veces, la de Perú 4 veces y la de Ecuador 2 veces. Es un mercado muy pequeño y el empobrecimiento produjo una elevada desigualdad. La torta se convirtió en un ponqué mucho peor distribuido. De haberlo, será un crecimiento determinado por el poco tamaño de la economía y la peor distribución del ingreso.

Un aspecto clave al pensar en un rol protagónico del sector privado es que tiene baja capacidad para generar ingresos en divisas y se enfrenta a problemas de infraestructura de servicios básicos y escasez de combustible. ¿Eso no crea una gran debilidad?

Del lado de la demanda incide el empobrecimiento y la desigualdad, pero hay nichos, hablamos de una economía de 15 mil millones de dólares, hay sectores con capacidad de compra de ciertos productos. Del lado de la oferta hay fallas de servicios básicos, de infraestructura, déficit de gasolina y pérdida de capital humano por la emigración. Empresas del Estado que suministraban insumos al sector privado ya no están. Es difícil decrecer más, se llega a un mínimo y a partir de allí puede haber tasas positivas, pero el límite para crecer y sostener ese crecimiento es muy reducido.

Hay reducción del mercado nacional y un sector privado que difícilmente podrá exportar en el corto o mediano plazo en términos relevantes. ¿Plantas industriales que están utilizando entre 5% y 20% de su capacidad instalada tendrán que achicarse y vender sus máquinas?

La inversión privada en las últimas dos décadas fue mínima y muchas de esas plantas tienen obsolescencia tecnológica porque no hubo actualización de equipos ni innovación. 

La mayoría de esas empresas funcionó, en sus mejores momentos, con subsidios de todo tipo y créditos baratos, estas condiciones ya no existen. El sector privado tiene que jugar un papel protagónico en el futuro, pero prácticamente en todos los sectores tiene que construirse desde cero.

El mantra sembrar el petróleo suponía una identificación entre industrialización y desarrollo. No nos industrializamos, la industria petrolera se desplomó y los combustibles fósiles pierden protagonismo en el mundo. ¿La idea de un país industrializado está enterrada?

El país tiene que redefinirse, estamos en medio de una transición energética y a la energía producida con base en combustibles fósiles le quedan 10 o 15 años para llegar a su máximo y luego viene un proceso de decadencia. También hay una revolución tecnológica. El tema es cómo transitamos hacia una economía distinta. Eso requiere inversiones, cambios estructurales, recursos humanos. Estos temas están ausentes de la agenda de discusión porque estamos empantanados en una crisis política que nos impide avanzar en lo que va a determinar el largo plazo.

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