Enfermeras que enfrentan la crisis en Venezuela se sienten sometidas a una esclavitud moderna

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Cortesía

Lucía es el testimonio real de muchas historias de enfermeras que en Venezuela viven haciendo frente a una crisis. Una situación que poco a poco se transforma en normalidad para quienes son profesionales de la salud. Esclavitud moderna que se disfraza en una de las profesiones mejor pagadas hace más de 10 años, pero que en la actualidad, expone la vida de muchas mujeres, madres, hijas, hermanas que no pueden escapar, reseña Amnistia.org.

La profesional de la salud inició su relato recordando el momento en que compró su apartamento en el centro de la ciudad. “Eso fue hace 25 años, yo comenzaba a trabajar en Clínicas Caracas y mi única preocupación era pensar en que no tenía nevera donde guardar la comida. Pero, en menos de dos semanas resolví lo de la nevera con dos guardias nocturnas». Ahora, ese ritmo de trabajo no le alcanza ni para pagar el pasaje al hospital. 

Es licenciada en Enfermería de la Cruz Roja venezolana con estudios especializados en Hemoterapia. Su trayectoria como profesional hizo ocupar cargos de responsabilidad mayor, en la actualidad dejó su especialidad para solo dedicarse a asistir al hospital de El Llanito porque “ya no hay más remedio”.

“Con la pandemia todo se descontroló. Pasamos de no tener insumos ni personal, a no tener nada para salvar vidas ni proteger la de nosotras, por el alto riesgo al contagio ”, dijo.

Los médicos comenzaron a sentirse mal, las compañeras a tener miedo y el ambiente era más hostil. Las amenazas de los militares o guardias que ejercen las acciones de vigilancia en el hospital les hacía pensar en no volver nunca más, relató Lucía.  

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“El bajo salario que percibimos por el trabajo no es el único problema. Desde la falta de jabón y desinfectante para las principales áreas del hospital, hasta la violencia de familiares que llegaban con emergencias que no podrían ser atendidas porque la excusa perfecta de la pandemia dejaba oculta la realidad de la crisis de insumos y de personal”.

Todo ya estaba muy mal

Lucía comenta que ya para 2016 todo estaba muy mal. Los salarios nunca volvieron a ser una herramienta para vivir con dignidad, la vocación no daba ni para asear la sala de triaje. Las labores que emprendían eran de camarera, aseadoras y hasta había que aguantar malos tratos y persecución de los jefes y los milicianos que comenzaban a invadir los hospitales.

“Cuando comenzaron las protestas por la inflación y la clasificación de las tablas salariales que nos dejaban ganando sueldos por debajo de cualquier técnico superior, pensé mil veces en migrar con algunas de las tantas compañeras que se atrevieron sin pensarlo mucho. Me detuve porque mi madre estaba enferma de cáncer y se lo detectaron muy avanzado”.

La madre de Lucía es sobreviviente gracias a sus cuidados y a una organización de derechos humanos que la acompaña en el proceso de los tratamientos, sin embargo, cada vez es peor acceder a algunos productos de primera necesidad con el sueldo de enfermería. “Solo gano dos dólares al mes. De nada me sirvió tanto seminario, maestría y profesionalización”.

«El aguinaldo que cobré en el seguro social fue de 10.000.000 de Bs. S sin duda, una falta de respeto a sus más de 20 años al servicio y cuidado de las personas que presentan alguna condición de salud». 

La esclavitud continúa siendo realidad

Hablar de esclavitud en un país que está en medio de una Emergencia Humanitaria Compleja y una crisis económica agravada por la pandemia global nos lleva a un pasado muy oscuro, y es que la servidumbre ha adquirido formas diferentes a lo largo de la historia en el mundo, pero en Venezuela persiste tanto en sus formas tradicionales como en nuevas modalidades impulsadas por el Estado, es el caso del gremio de enfermería.

El trabajo que desempeñan hoy en día las enfermeras en Venezuela con tantas barreras y dificultades que constantemente colocan en riesgo sus vidas, se puede comparar con el trabajo forzoso. Están sometidas a situaciones de explotación que no pueden rechazar o abandonar debido a amenazas, violencia, coerción, engaño o abuso de poder. Sin duda, la mayoría de estas mujeres vive situaciones de esclavitud moderna de manera desproporcionada y sin alternativas para la denuncia, ya que los sindicatos fueron desarticulados dentro de las instancias y los garantes al respeto de sus derechos laborales giran la mirada a otro lugar. 

Hoy Día internacional para la Abolición de la Esclavitud se debe exigir al Estado venezolano que trabaje de manera articulada con la sociedad civil y se esfuerce en el cumplimiento de la meta 8 de los objetivos de desarrollo sostenible para garantizar el empleo decente para estas profesionales que con esfuerzo y dedicación apoyan en el fortalecimiento de las instituciones de salud y no tienen una calidad de vida adecuada, al contrario reciben persecuciones y amenazas para silenciar sus voces y soportar humillaciones de sus superiores o de quiénes les vigilan en los recintos hospitalarios. Ellas no son esclavas y no pueden seguir siendo víctimas de situaciones que las colocan en riesgos.

Nota de amnistia.org

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