La hiperinflación hace estragos en los sistemas de facturación

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Las máquinas fiscales y plataformas de pago no pueden seguirle el ritmo a la escalada frenética de los precios.

Los  consumidores  al realizar compras de más de 10 ó 20 millones  de bolívares se han dado cuenta que en supermercados, farmacias  y otros establecimientos no se puede cancelar de una sola vez el importe generándose mayores retrasos e inconvenientes de seguridad pues todo los clientes en fila se enteran de que usted está haciendo por ejemplo un mercado de mayor valor.

Este se ha convertido en un paso más en el engorroso proceso para hacer transacciones en un país donde reina la escasez de efectivo, las fallas en internet  sin contar con los precios que suben de manera indetenible.

Los técnicos informáticos señalan que las máquinas fiscales y sistemas de facturación en algunos casos tienen un tope de dígitos y en otros un límite de precios unitarios por producto. Las plataformas  no pueden adaptarse instantáneamente  al ritmo  que marca la hiperinflación, el cual se  ha hecho prácticamente indetenible.

En resumen esta es la esencia de las dificultades que presentan los comercios para la facturación. Además, hay otro elemento que se suma que son los límites que los bancos imponen en las transacciones por puntos de venta. Independientemente del límite establecido, generalmente hay que pasar los montos totales de la compra por partes, lo que genera malestar y a veces confusión.

Los analistas señalan que la solución más inmediata en el horizonte es la reconversión monetaria, pero advierten que si la misma no va acompañada por acciones estructurales que permitan controlar la inflación y revalorizar  la moneda, la solución sería muy temporal.

Realmente un proceso de este tipo no es para realizarlo constantemente, por los altos costos que implica y por el tiempo que se requiere para adaptar los sistemas.

En el país  todas las soluciones parecen ser a corto plazo, ninguna apunta a atacar el origen de los problemas de raíz. Nadie en el poder quiere enfrentarlos, no hay disposición para asumir los costos que significa hacer una reforma económica seria.

El viejo esquema  fracasado de imposición arbitraria, de querer manejar el mercado por decreto se resiste a morir y parece ser la única opción del gobierno.