ENTORNO DIARIO/ Oportunidades para ciudadanos en ejercicio

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Por Carolina Gómez-Ávila

Tras el colapso del Sistema Eléctrico Nacional (SEN) se ha anunciado un “Régimen de Administración de Carga” por 30 días, que se ha entendido como un plan de racionamiento de carácter temporal.  No se han dado detalles.  No se ha difundido cuándo y cómo se administrará o restituirá la energía eléctrica, servicio básico fundamental para que por las tuberías se bombee el otro vital: agua potable.

De haber un cronograma confiable, los venezolanos intentarían organizarse en alguna medida para solventar sus necesidades primordiales. No habiéndolo, la incertidumbre potencia la angustia general; un estado emocional que favorece las protestas.

Para mirar este entorno, el sociólogo austríaco Christoph Reinprecht, incluye en la noción de “inseguridad” -además de las carencias materiales- la falta de derechos sociales, entre los cuales están los planes de seguridad del Estado y el acceso a los servicios básicos y a la asistencia social.

Cuando un Estado es incapaz de garantizarlos, los organismos internacionales toman nota de ello como un indicador de posible “Estado fallido”; no es mucho lo que puede hacerse individualmente ante esto, pero es útil tomar conciencia de que no sólo faltan los servicios básicos -derecho humano también garantizado en la Carta Magna vigente- sino que se niega el atenuante de un racionamiento confiable. Al sumársele la suspensión de actividades escolares y el abrupto cambio del horario laboral “por tiempo indefinido”, la eventualidad desestructura cualquier sistema de hábitos.

Además, la desinformación es una agresión directa a la estabilidad psicológica de la población porque se le niega la posibilidad de paliar las consecuencias de la catástrofe. La conciencia sobre esto último elimina la sorpresa y amortigua el efecto de desorientación que le acompaña.

El reto del entorno es afrontar la inseguridad en la prestación de servicios vitales junto a la agresión que es la desinformación. La oportunidad que da este entorno -además de la justificada protesta social- es la del saldo organizativo. Se trata de reforzar lazos de apoyo práctico y de gestión emocional, fortaleciendo las redes vecinales como estructuras de Ejercicio Ciudadano destinadas a presionar hasta que se restituyan los servicios y se reparen las consecuencias de su falta.

Redes que, ahora, están caracterizadas por el respeto y la consideración mutua ante la gravedad de la crisis humanitaria en curso.

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