Así afecta la ausencia de Trump el desarrollo de la Cumbre de las Américas

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Este martes la geopolítica continental amaneció con la sorpresa de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, canceló su participación en la Cumbre de las Américas que se celebrará en Lima, Perú, esta semana. Se prevé que la coordinación de una respuesta común a la crisis política, económica y social en Venezuela sea uno de los temas clave del encuentro, por lo que muchos venezolanos manifestaron en redes sociales su inquietud con respecto a qué implica que el mandatario de la máxima potencia americana no asista.

Específicamente, para algunas personas la negativa de Trump a tomar parte en el encuentro significaría falta de interés por la región. Sin embargo, cabe señalar que el jefe de Estado norteamericano tomó esta decisión a última hora debido a la delicada situación en Siria luego de un ataque químico que dejó decenas de muertos y que ha sido atribuido al gobierno de Bashar Al-Assad, enemigo de EE.UU. A juzgar por su discurso, es evidente que para Trump el Medio Oriente es una prioridad por encima de Latinoamérica (lo cual, hay que insistir, no implica desinterés total hacia los vecinos). Dado que EE.UU. evalúa junto con Francia una respuesta «contundente» al régimen de Al-Assad, respaldado militarmente por Rusia, lo más probable es que Trump quiera estar cerca del Pentágono (en Washington) y con pocas distracciones adicionales.

Además, Trump envía en su lugar a su segundo al mando, Mike Pence. Dado que la Vicepresidencia no puede darse muchas libertades cuando se le delega la conducción de la política exterior, es poco probable que las gestiones de Pence produzcan resultados definitivos a los que hubiera tenido la presencia del propio Trump.

Es más, varios gobiernos latinoamericanos ya están familiarizados con el trato con Pence, precisamente a propósito de la situación venezolana. Se debe recordar que en agosto del año pasado el vicepresidente realizó una gira que lo llevó a Argentina, Chile, Colombia y Panamá para evaluar formas de presionar al Ejecutivo encabezado por Nicolás Maduro.

En cambio, la participación del propio Trump podría más bien resultar contraproducente al clima armonioso en la reunión, debido a la falta de tacto que el Presidente estadounidense ha exhibido cuando interactúa con otros líderes. «La ausencia de Trump en la Cumbre de las Américas podría evitar comentarios fuera de lugar o aumento de tensiones existentes con países como México, facilitando el trabajo de la diplomacia», expresó Mariano de Alba, especialista en Derecho y relaciones internacionales en un mensaje en su cuenta de Twitter.

Manuel Hidalgo, analista político y colaborador del diario El Comercio de Lima, considera que la suspensión de la participación de Trump «baja las expectativas sobre la cumbre». Sin embargo, citado por el Miami Herald, agregó que la decisión elimina el momento tenso e incómodo que se esperaba ocurriera debido a los comentarios reiterados de Trump hacia Latinoamérica con respecto a migración, comercio y narcotráfico.

Lecciones de la historia

No es la primera vez que el manejo de las relaciones de EE.UU. con América Latina es delegado al vicepresidente de ese país. Hace sesenta años el gobierno de Dwight Eisenhower delegó a su segundo a bordo, el futuro presidente Richard Nixon, una gira por buena parte de Suramérica con miras a estrechar vínculos.

Esto se producía en el contexto de un momento difícil de la Guerra Fría y en pleno desarrollo de la Revolución Cubana. Por lo tanto, en el marco de una política exterior cuyo énfasis era contener el comunismo y mantenerlo lo más lejos posible de EE.UU., las relaciones con los vecinos no podían considerarse una responsabilidad de poca relevancia.