¿Y dónde están los precios?

Los consumidores se preguntan qué pasó con los precios de los productos que ya no se muestran en anaqueles? Antes de publicarlos ya cambian.

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En muy pocos establecimientos se muestran los precios de los bienes que se exhiben o los servicios que se ofrecen. No es una cuestión de moda, es uno de los reflejos más palpables de vivir en la hiperinflación. En ocasiones solo una máquina lectora de códigos de barra, revela la incógnita. En otros casos la tarea se le asigna a un empleado que muchas veces informa a los usuarios sobre un precio determinado que al llegar a la caja de pago, resulta ser otro.

En los pisos de venta de los supermercados los trabajadores señalan a los consumidores que “los precios cambian tan rápido que es imposible actualizarlos constantemente por lo que mejor es no colocarlos”, reseña un artículo de opinión publicado por el portal Venepress.

Esta respuesta causa desagrado en los consumidores, pues llegan a los establecimientos con un presupuesto determinado y con el tiempo seguramente contado, por lo que ponerse a investigar producto por producto les hace aún más complicada la tarea de comprar. Es que ir al mercado dejó de ser una tarea agradable, que muchos disfrutaban, para convertirse en un verdadero dolor de cabeza.

Resulta  curioso leer a la ex Defensora del Pueblo, Gabriela Ramírez comentar en la red social Twitter sobre la “taquicardia” que le genera ir al supermercado, pues este malestar es percibido como más intenso en la actualidad, pero no es una sensación nueva.

Los consumidores en la calle se preguntan si los precios tienen techo y es una inquietud difícil de responder. Hasta el momento una de las respuestas sería algo así como que “ese techo depende del tiempo en que tarde el gobierno en tomar medidas económicas sensatas, coyunturales y de raíz”. Otra respuesta posible es “hasta que la gente aguante” y aquí entramos en terreno de un mayor caos.

Según el Cendas, Centro de Documentación y Análisis de la Federación Venezolana de Maestros, la canasta básica alimentaria superó en noviembre los 3 millones de bolívares, registrando un incremento de 41 por ciento con respecto al mes anterior.

Actualmente la credibilidad de la cifra la da la experiencia de calle de todos los venezolanos al hacer mercado, pues la opacidad que envuelve a la información que solía suministrar  el Instituto Nacional de Estadística (INE) se mantiene intacta.

Como se ha comentado tantas veces al gobierno le ha servido muy bien el ocultar las cifras, el dato duro, para lograr sus objetivos proselitistas.

Y así llegamos a la recta final del último mes del año 2017, donde incluso se está observando  la disminución de las grandes colas de personas a las puertas de los supermercados o abastos. Este otro de los logros de la hiperinflación, flagelo que también logró acabar con las colas en las panaderías, pues el pan regresó, pero ya no hay quien lo compre al precio al que se vende.

¿Cuál es la responsabilidad del empresariado? Es otro de los cuestionamientos de este momento. Creo que la situación se les ha escapado de las manos y algunas de sus acciones contribuyen a que exista más confusión y desasosiego.

  • Ginette González